14 marzo 2012

DESEMPEÑO DOCENTE EN EL AULA – 360° Y LAS PAUTAS DE OBSERVACION

La calidad del desempeño docente en el aula ha sido desde hace tiempo una piedra en el talón de la educación en muchos países del mundo, y en particular en el caso de Chile. Según nuestro parecer, esto ha sido un elemento que ha influido en el lento caminar hacia los proceso de cambio y adaptaciones a los nuevos escenarios sociales que ha tenido que enfrentar la educación.
 Sin querer restar importancia a la responsabilidad que nos compete como docente en el desarrollo de nuestras clases, nos inclinamos por afirmar que esto no tiene que ver sólo con la acción directa del docente en el aula, sino además de la existencia de una serie de circunstancias y situaciones externas que se pueden considerar, como causa colaterales, de ello y que tienen que ver con el acceso y disponibilidad de recursos de los centros, las condiciones socioculturales y afectivas de los estudiantes, la carga horaria de los profesores, el tiempo disponible para la preparación de las clases, entre otras no menos importantes.
Sin embargo, cada centro educativo, independientemente de nivel que atienda, debe ser capaz de articular procedimientos eficientes para promover el mejoramiento continuo de las prácticas pedagógicas en el aula, ya que éstas son el núcleo de la labor educativa y de las cuales depende la calidad de los aprendizajes de nuestros estudiantes. En relación a esto, tanto los equipos directivos como los docentes debemos tener un alto sentido del compromiso con la formación de nuestros estudiantes y responsabilizarnos de los aspectos relevantes que representa nuestro trabajo diario, contribuir al mejoramiento de la enseñanza e involucrar a los estudiantes en sus aprendizajes.
En este sentido, creemos que un procedimiento muy adecuado para este fin es la observación del desempeño en el aula, como una técnica que puede ser llevada a cabo de diversas maneras junto a la aplicación de una pauta de observación.
De acuerdo a lo anterior, se siguiere que una alternativa bastante eficiente sería la realización formativa y constructiva de una observación en 360°, cuyo objetivo pretenda favorecer la puesta en práctica del desarrollo de competencias de los docentes. Para esto es aconsejable que ella participe un docente par, un  miembro del equipo directivo o Director, los alumnos y el propio docente a través de una autoevaluación. De esta forma, se podrán contrastar y triangular la información recogida de cada uno de los observadores, lo que otorgará a las interpretaciones y conclusiones una consistencia más holística.   Sin embargo, para ello es necesario tener en cuenta que hay que informar tanto a los observadores como los participantes de: a) objetivos que se pretenden con la evaluación de 360°; b) cómo se utilizara la información obtenida; c) cómo cumplimentar el cuestionario; d) cómo se calculan los resultados; e) cómo se garantiza el anonimato de los observadores si se da el caso. (Bisquerra et al, 2006).
De esta forma se podrá realizar una suerte de investigación evaluativa que nos aporte información fidedigna para la toma de decisiones orientadas al mejoramiento del desempeño de los docentes en el aula, orientada a evaluar las competencias de una persona (participante) utilizando varias fuentes (observadores) que permitan:
a-      Auto-descripción de sus competencias.
b-      Descripción de sus competencias realizada por otra persona
c-      Una presentación de estas informaciones que permitan tanto la comparación de estas descripciones entre sí, como su auto-descripción. (Lévy-Leboyer 2000 en Bisquerra)
Por ello valoramos las  ventajas de esta técnica identificadas por Lévy-Leboyer, en relación a que:
-          Las observaciones son más realistas que el auto-informe.
-          Es importante saber cómo nos perciben los demás, tengan o no razón, ya que la percepción de los demás influye en el propio comportamiento.
-          Si la opinión de los demás es inexacta, conviene saberlo, pensar en los motivos que explican estos errores perceptivos y rectificar para que su opinión sea correcta. (Lévy-Leboyer 2000 en Bisquerra, 2006).
Por otro lado, siguiendo a Marshall y Rossman, la observación la  definiremos como “la descripción sistemática de eventos, comportamientos y artefactos en el escenario social elegido para hacer el estudio” (Marshall & Rossman en Kawulich, 2005), y en esta misma línea, la observación en aula como técnica de indagación, que según María Teresa Martínez y otros (2009), es una práctica para recoger información in situ y que “En general la observación de aula como técnica de indagación e investigación docente, se entiende como una actividad cuyo propósito es recoger evidencia acerca de los aspectos involucrados en el proceso de enseñanza y aprendizaje en el contexto en que se ejerce” (Martínez, 2009).
Por ello, para desarrolla esta actividad es necesario contar con una pauta de observación, que contenga una relación de acontecimientos concretos y una valoración con códigos pre-establecidos que indiquen el grado de presencia de la conducta del objeto de estudio. De esta manera, se llegará a determinar con alto grado exactitud lo que se va a observar, con precisión y sin ambigüedades, ya que cada constructo se debe valorar en términos de conductas observables en categorías o indicadores.
Según lo anterior, coincidimos en que la observación en aula es un medio muy conveniente para indagar acerca de las conductas y actuaciones de los docentes. Sus ventajas así lo fundamental al considerarse que proporciona a los investigadores métodos para revisar expresiones no verbales de sentimientos, determina quién interactúa con quién, permite comprender cómo los participantes se comunican entre ellos y verifica cuánto tiempo se está gastando en determinadas actividades. (Kawulich, 2005)
Por otro lado, considerando que ninguna estrategia es infalible, esta tampoco lo es, por cuanto posee algunas limitaciones que es conveniente considerar y que radican en que el problema principal de la observación es el observador, ya que tiene que tener conocimiento competente de que observa y de su significado; otro problema es el efecto de reactividad, vale decir, el observador puede influir en los objetos de su observación por el sólo hecho de ser parte del escenario. Especialmente cuando es una observación breve. (Martínez, 2009).
Una pauta de observación por su parte, debe contener como objetivo principal la promoción en el mejoramiento continuo de las prácticas pedagógicas en el aula de manera formativa y constructiva.
Según el Marco para la Buena Enseñanza del Ministerio de Educación de Chile (2011) algunos dominios y dimensiones a considerar en una buena práctica docente en el aula tienen que ver con:
1.      Preparación de la enseñanza
1.1.Domina los contenidos de las disciplinas que enseña y el marco curricular nacional.
1.2. Conoce las características, conocimientos y experiencias de sus estudiantes.
1.3. Domina la didáctica de las disciplinas que enseña.
1.4.Organiza los objetivos y contenidos de manera coherente con el marco curricular y las particularidades de sus alumnos.
1.5. Las estrategias de evaluación son coherentes con los objetivos de aprendizaje, la disciplina que enseña, el marco curricular
2.      Creación de un ambiente propicio para la enseñanza.
2.1.Establece un clima de relaciones de aceptación, equidad, confianza, solidaridad y respeto.
2.2. Manifiesta altas expectativas sobre las posibilidades de aprendizaje y desarrollo de todos sus alumnos..
2.3. Establece y mantiene normas consistentes de convivencia en el aula.
2.4.Establece un ambiente organizado de trabajo y dispone los espacios y recursos en función de los aprendizajes.
3.      Responsabilidades profesionales.
3.1.El profesor reflexiona sistemáticamente sobre su práctica.
3.2.Construye relaciones profesionales y de equipo con sus colegas.
3.3. Asume responsabilidades en la orientación de sus alumnos.
3.4. Propicia relaciones de colaboración y respeto con los padres y apoderados.
3.5. Maneja información actualizada sobre su profesión, el sistema educativo y las políticas vigentes.
4.      Enseñanza para el aprendizaje de todos los estudiantes.
4.1.Comunica en forma clara y precisa los objetivos de aprendizaje.
4.2. Las estrategias de enseñanza son desafiantes, coherentes y significativas para los estudiantes.
4.3.El contenido de la clase es tratado con rigurosidad conceptual y es comprensible para los estudiantes.
4.4. Optimiza el tiempo disponible para la enseñanza.
4.5.Promueve el desarrollo del pensamiento.
4.6.Evalúa y monitorea el proceso de comprensión y apropiación de los contenidos por parte de los estudiantes.
Finalmente, debemos tener presente que aspirar a realizar en una sola observación de aula todo los aspectos que comporta una buena práctica docente es un imposible, por cuanto es recomendable elaborar dicho instrumento de manera consensuada con quienes serán objeto de observación y considerar la coherencia de ella con los objetivos institucionales y el proyecto educativo del centro.

Referencias Bibliográficas
Bisquerra, R., Martínez, F., Oboils, M., Pérez, N.(2006). Evaluación de 360º: una aplicación a la educación emocional. Revista de Investigación Educativa , 187-203.
Kawulich, B. (2005). La observación participante como método de recolección de datos. Forum: Qualitive social research. vol. 6. nº 2. art 43 , 4-32.
MINEDUC (2011). Marco para la buena enseñanza. Consultado  el: 14 de febrero de 2012. Disponible en  http://www.aep.mineduc.cl/images/pdf/2011/MBE2008_logo2011.pdf
Martínez, M. T. (2009). La observación de aula. Recuperado: 12 de marzo de 2012. disponible en: http://www.cmvalpo.cl/contenidos/noticias/2009/observacion.enaula.htm

03 marzo 2012


EVALUACION DEL DESEMPEÑO DOCENTE EN LA EDUCACION  PRIMARIA Y SECUNDARIA.

            En la sociedad actual se han ido produciendo y exigiendo, de forma bastante acelerada, una serie de transformaciones sociales, culturales y económicas para responder a los requerimientos de los nuevos tiempos. En este sentido, el mundo de la educación ha sido una de las áreas más trastocadas y cuestionadas por su evidente falta de plasticidad para acomodarse y responder a las necesidades de formación de la sociedad.
            En un par de décadas nos hemos visto envueltos en una sociedad muy dinámica, ágil, diversa, consumista, desechable y exigente de efectividad y respuesta inmediata, lo que de alguna manera  ha impuesto la cultura de la evaluación por doquier. Ésta se ha transformado, en general, en un acto cotidiano al que constantemente nos vemos sometidos, a raíz de los sostenibles niveles de exigencias de eficacia y rapidez hacia el desenvolvimiento personal, profesional e institucional que se nos impone socialmente.
            En educación, igualmente envuelta en este fenómeno de evaluación constante, aun cuando históricamente el instrumento de medición ha sido este mismo proceso , focalizado exclusivamente en los aprendizajes de los estudiantes, ha extrapolado hacia otras dimensiones del hacer educativo.   
            Ya se ha evidenciado cómo los sistemas evaluativos han ido evolucionando, sufriendo variaciones que han decantado en la concepción de que la evaluación educativa no una medición de niveles o categorizaciones, sino un medio para recoger información relevante que promueva el aprendizaje y el mejoramiento continuo de las personas, los procesos y las instituciones. En un sentido amplio la evaluación debe estar al servicio del desarrollo de un sentido de responsabilidad compartida por la educación como bien público. Debe promover el compromiso con la educación de todos los actores, cada uno según su lugar y ámbito de acción (Bolívar, 2008).
Desde hace más de una década aproximadamente, quienes nos desenvolvemos en este mundo, nos hemos visto envueltos una y otra vez, desde distintos ámbitos a evaluaciones que en principio han sido difícil de digerir, entender y aceptar, ya que como decíamos antes, este proceso era propio de quienes tiene la categoría de estudiante. De esta forma, hoy nos debemos enfrenta a evaluaciones institucionales, directivas, docentes, de programas educativos, extra programáticos, entre otras no menos importantes, con el fin de propender al mejoramiento de la calidad de la educativa desde todos sus ejes.
            En este sentido, consideramos que la piedra angular de todo este andamiaje es el desempeño que cada docente desarrollo al interior de su aula, donde está el corazón de la formación.  Creemos que si los procesos de enseñanza y aprendizaje que implementan los docentes son de calidad, lo serán también por añadidura, las instituciones, los programas formativos y todo lo que sobreviene de ello. Por esto coincidimos con Bolívar (2008) quien manifiesta que hemos de repensar cómo se puede garantizar el derecho a una buena educación para todos si no hay arbitrados dispositivos para que escuelas y profesorado den cuentas (a sí mismos, a la comunidad o a la administración) de la educación ofrecida.
            A partir de esto es que los docentes debemos hacernos cargo de la relevancia de mantener ciertos niveles de efectividad en nuestra labor que otorgue sustento a un desempeño de calidad, y que así como evaluamos es pertinente también ser evaluados.
La experiencia ha evidenciado lo complejo de esto, pero sin embargo insistimos que es indispensable llegar a institucionalizar procesos consensuados de evaluación formativa de desempeño docente en el aula,  en los que primen objetivos claros, orientados al mejoramiento de las prácticas profesionales, de los aprendizajes de los alumnos y la mejora institucional.

En términos prácticos, existen a disposición una serie estrategias evaluativas que se pueden implementar, pero creemos que es muy pertinente el método de evaluación de la observación de aula en la que participen docentes, docentes directivos y los propios alumnos, de tal forma de reunir información multivisional para obtener opiniones de varios estamentos que enriquezcan el proceso, a través de la triangulación de la misma.
            En este proceso, los instrumentos de recogida de información pueden ser múltiples. Desde nuestro punto de vista sugerimos que puede ser muy adecuada la aplicación de una pauta de observación directa en aula con apoyo de algún recurso audiovisual como soporte evidencial para un posterior análisis.
En dicha pauta debe ser adecuada al nivel educativo de desempeño de los docentes, a quienes serán las personas que lo aplicarán y al contexto en que se realizará.
Por otro lado, es menester reiterar que como esta evaluación tiene un carácter formativo, es conveniente recomendar que los focos de atención se  centren en aquellas dimensiones y criterios que la escuela desee privilegiar en un momento determiando y no se intente abarcar de una vez todos los aspectos deseables que circunda una buena  práctica pedagógica.
            Según lo anterior, se sugiere que un instrumento de este tipo considere, como mínimo,  dimensiones e indicadores que tales como:

a.       DIMENSION
Planificación y organización de la enseñanza.
INDICADORES
-          Inicio y finalización de la clase según horario establecido.
-          Control de asistencia.
-          Coherencia secuencial de contenidos acorde a la programación plan de asignatura.
-          Organización de los alumnos para el trabajo según las actividades propuestas.
-          Claridad de la propuesta metodológica de la clase.

b.       DIMENSIÓN
Proceso enseñanza – aprendizaje.

INDICADORES
-          Comunicación de objetivos y metodologías de trabajo al inicio de la clase.
-          Conexión de contenidos con los de la clase anterior.
-          Retroalimentación permanente y positiva.
-          Consideración de conocimientos y experiencias previas de los estudiantes.
-          Dominio de los contenidos que enseña y competencias que desarrolla.
-          Fomento del desarrollo de competencias cognitivas, actitudinales y procedimentales.
-          Contextualización del proceso.
-          Promoción de la participación en clases.
-          Clima de trabajo que propicia aprendizajes, equidad, confianza, solidaridad, respeto.
-          Establecimiento de normas de convivencia.
-          Utilización de recursos didácticos y tecnológicos.
-          Utilización de estrategias metodológicas motivadoras.
-          Coherencia objetivos/actividades de clases.
-          Evaluación formativa permanente.
-          Estrategias de evaluación coherentes.
-          Cierre de clase.

c.       DIMENSION
Habilidades comunicacionales.

INDICADORES
-          Lenguaje y vocabulario apropiado y comprensible para el nivel.
-          Comunicación clara de instrucciones para el desarrollo de actividades.
-          Vinculación respetuosa y democrática con los estudiantes.
-          Empatía con los estudiantes.
          De igual manera, es necesario considerar algunos factores relevantes en el desempeño docente, que según el estudio realizado por Gutiérrez Cabrera (2010) influyen directamente en la calidad de la enseñanza. Estos son:

-          Aptitudes y habilidades docentes.
-          Métodos de planeación y estrategias didácticas.
-          Métodos y técnicas para la enseñanza.
-          Diversidad en la organización del aula.
-          Interacciones y actitudes positivas.
-          Altas expectativas de todos sus alumnos.
-          Habilidades en el manejo del aula.
-          Uso de recompensas y sanciones.
-          Proceso de evaluaciones en el aula.
           Los mencionados factores pueden ser considerados en la elaboración de una pauta de observación de aula como dimensiones generales, a las que contextualizadamente se le deben desarrollar sus indicadores.

BIBLIOGRAFIA.
BOLIVAR, A. (2008). Evaluación de la práctica docente. Una revisión desde España. Revista Iberoamericana de evaluación educativa. Consulta: 2 marzo de 2012. Disponible en: http://www.rinace.net/riee/numeros/vol1-num2/art4.pdf
GUTIERREZ CABRERA, E. (2010). Un modelo de evaluación del desempeño docente que contribuye en la mejora de la calidad de los servicios educativos. Congreso Iberoamericano de educación. Buenos Aires. Consultado: 03 marzo de 2012. Disponible: http://www.adeepra.org.ar/congresos/Congreso%20IBEROAMERICANO/EVALUACION/RLE3221Gutierrez.pdf