15 febrero 2012

EVALUACIONES ESTANDARIZADAS DE APRENDIZAJE - SIMCE EN CHILE


El SIMCE es el Sistema Nacional de Evaluación de resultados de aprendizaje del Ministerio de Educación de Chile. Su propósito principal es contribuir al mejoramiento de la calidad y equidad de la educación, informando sobre el desempeño de los estudiantes en diferentes subsectores del currículum nacional, y relacionándolos con el contexto escolar y social en el que ellos aprenden.
Las pruebas SIMCE evalúan el logro de los Objetivos Fundamentales y Contenidos Mínimos Obligatorios (OF-CMO) del Marco Curricular vigente en diferentes subsectores de aprendizaje, a través de una medición que se aplica a nivel nacional, una vez al año, a los estudiantes que cursan un determinado nivel educacional. Hasta el año 2005, la aplicación de las pruebas se alternó entre 4º Básico, 8° Básico y 2° Medio. A partir del año 2006, se evalúa todos los años a 4° Básico y se alternan 8° Básico y 2° Medio. Desde el año 2010 se incorpora la evaluación en 3° Medio del subsector Inglés.
Además de las pruebas asociadas al currículum, el SIMCE también recoge información sobre docentes, estudiantes y padres y apoderados a través de cuestionarios de contexto. Esta información se utiliza para contextualizar y analizar los resultados de los estudiantes en las pruebas SIMCE

En este sentido, diremos que las principales asignaturas de medición de este instrumento son aquellas fundamentales del currículum chileno y con mayor relevancia en Lenguaje y Comunicación y Educación Matemática.

A partir de esto, este sistema estandarizado de medición se plantea una serie objetivos más particulares que dicen relación con monitorear la efectividad del sistema educativo y diseñar políticas pertinentes; evaluar la utilización de recursos; y detectar sectores más débiles y diseñar estrategias correctivas.

A la luz de lo señalado me permitiré ser lo suficientemente crítico para discrepar en relación  a las finalidades y beneficios de este proceso.

En primer término, es dable señalar que la sigla SIMCE es muy pertinente para lo que en la práctica se realiza, porque  efectivamente “mide” aprendizajes de contenidos, relegando a un segundo plano aprendizajes competenciales, con lo cual pudiéramos dudar si con esa información se pueden tomar decisiones para la mejora de la educación, en términos de aprendizajes efectivos en concordancia con los objetivos generales de la educación chilena de cara al futuro.

Aclarando algunas afirmaciones anteriores y poniendo en contexto este sistema de medición, afirmaremos que las principales características de esta prueba radican en que son estándar a nivel país, contraponiéndose a la ideología de descentralización y fortalecimiento de la diversidad personal y sociocultural pregonada en las última décadas en Chile, por tanto carecen de contextualización; mide mayoritariamente conocimientos conceptuales, excluyendo, en gran parte, los procedimentales y actitudinales y las competencia básicas transversales; se desconocen mayoritariamente su estructura, preguntas e ítemes.  En este sentido coincidimos con el estudio de Eyzaguirre, B. y Fontaine, L (1999,6) donde manifiestan que …ocultar o retener la información sobre el contenido de las pruebas resulta contraproducente, pues esa información es condición necesaria para que los profesores puedan mejorar o al menos focalizar mejor su enseñanza. Esto, se contradice con una apolítica de transparencia y claridad de los enfoques de medición.

De acuerdo a lo anterior, afirmaremos que el SIMCE en nada comulga con el mejoramiento de la educación y carece de proyección benéfica, ya que no se enfoca en  potenciar las habilidades que exige la vida real y futura, es decir, evalúan aspectos irrelevantes de la formación de los alumnos.

Producto de estos aspectos característicos las escuelas y liceos han sido arrastrados inexorablemente a ser instituciones dependientes del SIMCE, ya que año a año muchos de los criterios organizativos y curriculares descansan sobre la base de implementar estrategias que permitan “rendir un buen SIMCE”, ya que esta medición se ha transformado en el gran referente que clasifica a las escuelas, tal como quedó demostrado con la decisión de semaforizar las escuelas según los puntajes obtenidos. Así, de sus resultados va a depender  si una escuela en muy buena, buena, regular o mala, con la consecuente estigmatización de ellas por la crítica pública a raíz del alto impacto mediático que se alcanza .

Como consecuencia de lo anterior, todo esto ha ido decantando en que las escuelas deban doblar sus esfuerzos para alcanzar los estándares de efectividad cuantitativos a través con la implementación de horas exclusiva de preparación y entrenamiento de los alumnos, sumar gastos adicionales en recursos, desatender otras asignaturas y privilegiar contenidos que supuestamente contemplará la prueba en desmedro de otros. De este mismo modo, esto ha ido provocado la categorización de las escuelas, la “profesionalización de docentes expertos en SIMCE”,  el estimulo hacia la competitividad entre ellas y la  instalación de una cultura la selección del alumnado, propiciando el desapego a la inclusión y a la equidad.

Por ello, podemos afirmar que esta medición no es un indicativo real acerca de lo que los alumnos saben, ya que en concordancia con Eyzaguirre, B. y Fontaine, L (1999, 7-8) creemos que… que las pruebas de evaluación alcanzan su máximo potencial de utilidad sólo cuando forman parte de un sistema coherente,  con metas educacionales claras y bien especificadas, donde hay una adecuada y transparente comunicación acerca de los objetivos de la medición, las características del instrumento y los resultados obtenidos, y complementación con otros métodos para asegurar la calidad del sistema.

Hoy en día podemos observar dicotomías muy diáfanas que se contraponen a este proceso, por cuanto por un lado  se intenta que el aprendizaje y la  enseñanza sean en base al desarrollo de competencias, y por otro, el SIMCE privilegia la medición de  saberes. En este sentido, la presencia de este divorcio es una evidencia clara de una incoherencia que aleja la credibilidad de la información obtenida.

Creemos que una alternativa de mejoramiento a este sistema de medición es transformarlo en una efectiva  evaluación de  competencias, pero con unos criterios de descategotización, transparencia, contextualización y coordinación que garanticen inequívocamente que lo que se quiere evaluar es lo efectivamente se evaluará.


REFERENCIA BIBLIOGRAFICA

Eyzaguirre, B. y Fontaine, L. (1999). ¿QUÉ MIDE REALMENTE EL SIMCE?. Centro de estudios públicos. Chile. Consulta: 14 febrero de 2012. Disponible en: http://www.simce.cl/fileadmin/publicaciones-BD-simce/rev75_eyzaguirre.pdf



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