13 noviembre 2011

EL NIÑO QUE QUERIA SER HELICOPTERO - De Vivian Gussin Paley

 CLAUDIO BARRIENTOS PIÑEIRO        
          Reflexiono acerca de cómo ha ido cambiando la dinámica de la labor docente en las últimas décadas y cómo ha evolucionado el ser humano con la influencia de los avances de la modernidad y la globalización. De la misma forma entiendo el por qué de los cambios en los enfoques y paradigmas educacionales a fuerza de esta evolución. Lo que antiguamente se consideraba homogéneo hoy  ya no lo es. La heterogeneidad, y la diversidad, hoy son parte de las dificultades del mundo  y cuesta entender que sea una oportunidad de crecimiento social y personal.

         Jason y su helicóptero es un ejemplo vivo de ello y de los muchos niños que están en nuestras aulas, de los cuales somos, en gran medida, responsables de su formación y desarrollo futuro.
         Actualmente aceptar y trabajar con las diferencias es un proceso de difícil instalación en las escuelas, por cuanto las competencias profesionales de los docentes han sido, de alguna manera, sobrepasadas por las múltiples necesidades de los alumnos y la sociedad. Creo que la formación inicial de los docentes no ha considerado seriamente estos elementos para hacer frente, de manera eficiente, a la inclusión de los niños en el proceso educativo.
         Con estos antecedentes no puedo más que visualizar una educación que tiende, por omisión o ignorancia, a una exclusión e inequidad en su sistema. Una educación que le ha costado instalar procesos efectivos de inclusión.
         Mientras esto ocurra, todos los Jason deberán seguir esperando y perdiendo tiempos valiosos de formación y entrenamiento cognitivo. Tendrán que seguir soportando silenciosamente la incontenible desdicha del rechazo y exclusión diplomática.
         Me he quedado pensando en la reflexión de la profesora en esta historia: Mi hábito de trazar líneas invisibles entre las imágenes de los niños es, creo, lo mejor que hago como maestra. Sin duda que esas líneas invisibles son muy beneficiosas para esos niños y las que provocan ese acercamiento y sanidad de respeto entre pares y la docente. Eso finalmente es la gran demostración de aceptación y compromiso con el desarrollo de los niños.   
Sin embargo, quisiera reflexionar desde la vereda del frente y centrarme en el profesor que no tiene, o no ha tenido, las herramientas necesarias, ni la actitud, para enfocar su labor como esta maestra; que no ha logrado desarrollar o no quiere desarrollar, por las razones que sean, esa visión tan exquisitamente vocacional en su trabajo y que trazan líneas invisibles en los niños pero para parcelarlos, encasillados y cartelearlos con calificativos, muchas veces, poco decorosos, por  el sólo hecho de ser distintos al prototipo normal e ideal de alumno.
Hoy siento que perdí momentos valiosos de aprendizaje y crecimiento personal al dejar pasar por la superficie situaciones de varios Jason que he conocido en mi carrera docente. De haber tenido herramientas apropiadas  y una visualización distinta, habrían sido mayores los aportes educativos que podría haber entregado...sin duda. En este sentido, asumo mis responsabilidades, pero que también creo que esas mismas deben ser compartidas por un  sistema de formación inicial y permanente que no ha sido capaz de adecuarse oportunamente a los requerimientos, carencias y necesidades educativas que tanto requiere nuestra sociedad.
         Siento y creo que hoy más que nunca debemos desplegar nuestros mejores esfuerzos en prepararnos, espiritual, personal e intelectualmente para vivir la diversidad y de la diversidad.
        Los niños helicópteros seguirán estando siempre en nuestras aulas y ¿Qué pasará si no les entregamos lo que humanamente deben recibir de nosotros?.

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